martes, 3 de mayo de 2011

Formación a través de las redes sociales

Francisco Miguel Cantero. Consultor de Formación del Grupo Arelance

No cabe duda de que el hecho de que el 80% de los internautas españoles tengan un perfil en alguna red social nos abre un amplio abanico de posibilidades para relacionarnos e intercambiar experiencias con otros profesionales, todo ello en tiempo real y saltando barreras geográficas.

Pero, ¿qué nos ofrecen realmente las redes sociales a nivel formativo y profesional? Su mayor interés reside en que nos permiten relacionarnos con otros profesionales a los que, por diferentes razones, no tendríamos acceso: ahora un estudiante puede intercambiar opiniones con un directivo, un responsable IT puede contactar directamente con un experto en la tecnología que está planteando implantar en su empresa...

Las opciones para acceder a una oferta formativa más extensa y específica también se han multiplicado de forma exponencial, no sólo por el hecho de conocer dónde y cuándo se imparten los cursos que nos puedan interesar, sino también por la posibilidad de poder contactar directamente con el experto que lo impartirá, por otras personas que ya han participado en un curso o seminario suyo.

Además, una vez que haya finalizado la formación, podemos mantenernos en contacto tanto con el formador como con el resto de las personas que hayan participado con nosotros en el curso, facilitando el networking activo.

Para las entidades que gestionan formación, las redes sociales permiten mantenerse en contacto tanto con antiguos alumnos como con estudiantes y profesionales que quieran estar al tanto de novedades relacionadas con la formación y el empleo.

El beneficio que podemos obtener de nuestra participación en una red social va a depender de varios factores:

1.No todas las redes sociales tienen la misma finalidad, y por lo tanto los usuarios de las mismas pueden variar o asumir un perfil distinto en cada una de ellas. En Linkedin siempre nos mostraremos profesionales y en Facebook desenfadados.

2. Participar en debates, opinar, generar contenidos de calidad y ponerlos a disposición de una comunidad es la principal característica de la Web 2.0, y un indicador de nuestra participación real en una red social. En la medida en que aportemos, tendremos un nivel mayor de influencia sobre otros usuarios, aumentando el nivel de conocimientos y experiencias que intercambiemos.

3. No podemos esperar resultados inmediatos sólo por el hecho de tener un perfil en una red social y participar puntualmente en algún debate o lanzar una pregunta a un experto. Ser parte activa de una comunidad necesita de tiempo y dedicación.

La clave del éxito en una red social, por tanto, se basa en la calidad de las aportaciones que hagamos a la misma, y de esto dependerá no sólo nuestro número de seguidores, contactos o amigos, sino también nuestro nivel de influencia y valor de referencia, lo que nos ofrecerá oportunidades profesionales de distinta naturaleza.

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